“VEN, OH, AMADO MÍO, SALGAMOS AL CAMPO, MOREMOS EN LAS ALDEAS, LEVANTÉMONOS DE MAÑANA A LAS VIÑAS, VEAMOS SI BROTAN LAS VIDES, SI ESTÁN EN CIERNE”
(Cantar de los Cantares)
En nuestra bodega creemos que la calidad del vino comienza por los viñedos: su altura, las condiciones climáticas, el tipo de tierra y la filosofía del cultivo del vino – el “terroir” (terruño, parcelas para cultivo – N. del T.) – todos ellos tienen influencia directa sobre las uvas y el vino como producto final.
Los viñedos de la familia se extienden sobre una superficie de 60 dúnams en las zonas vitivinícolas más exclusivas de todo el país – el norte de las Alturas del Golán y la Alta Galilea. Los viñedos se levantan a una altura promedio de unos 800 hasta unos 900 metros sobre el nivel del mar.
En las Alturas del Golán, el principal tipo de suelo es el basalto, mientras que en la Alta Galilea los viñedos están plantados sobre tierra caliza y “terra rossa”
(tierra roja).
Optamos por plantar las vides por el sistema clásico francés de riego (“hoyo único”) que va dejando una única semilla y que es un sistema que se acostumbra en las zonas vitivinícolas más exclusivas. Este sistema produce una cantidad más reducida de frutos pero de una calidad significativamente mucho mayor y que no es muy conocida en el país.
Las uvas de los viñedos se cosechan manualmente en medio de la noche y se transportan directamente a la bodega para conservarla en óptima calidad. Cada viñedo y tipo de uva se cosechan por separado, para conservar la homogeneidad de la materia prima en el proceso de la maduración y la preservación de sus características exclusivas.
El hilo conectivo entre el cuidado de los viñedos, su ubicación geográfica y por sobre todo – la creación con amor, este sistema familiar y exclusivo nos permite crear vinos con carácter exclusivo y apasionante y que cuentan sobre la exclusividad de la región de la que provienen.